Luciano Cracogna, analista de fútbol, escribe invitado especialmente para este sitio web sobre la actualidad futbolística del equipo de Miguel Angel Russo.
Para los amantes de la periodización táctica el fútbol es un sistema “Homeostático” en la medida que, “la homeostasis define la tendencia de un sistema a su supervivencia dinámica. Los sistemas altamente homeostáticos siguen la transformación del contexto a través de ajustes estructurales internos”.
Boca es un equipo estructuralmente definido, si el fútbol tiene algo de ajedrez, Boca es un equipo ajedrecístico.
Laterales a la altura de los centrales, con el equipo en posesión o sin ella, respetan una estructura defensiva. Los centrales no rompen el molde ni conducen y el mediocampo le da al equipo el orden pretendido por Russo. El problema es que ese orden lleva a un juego con muchos pases sin sentido. A pasarse la pelota pero sin generar ventajas.
La piedra angular de cada ataque generalmente es el 9, el que permite plantar al equipo en campo rival, el que hunde o atrae a la defensa. Hoy, Tevez está muy lejos de generar todo eso y el equipo lo nota. A falta del engaño que permita un desmarque o una pared con un compañero, los delanteros siempre deben hacer la “heroica”. Pavón y Villa, jugadores similares, necesitan atacar espacios. Si juegan a pierna hábil son sólo centradores, si lo hacen a pierna cambiada pueden ir al medio y finalizar pero necesitan del engaño de los laterales para desdoblar y eso no pasa. Su fuerte no es la gambeta.
Todo ese orden que te dan los jugadores para defender te restan en ataque y el equipo disminuye tanto en su juego que hasta parece apático y anticompetitivo. La famosa manta corta que tampoco te da seguridad en defensa por el nivel de los laterales en los mano a mano y los errores de los centrales que a veces son los mejores y en otras oportunidades fallan.
A veces, la mejor defensa es un buen ataque. Y ahora se viene River…